Un reciente estudio internacional de antropólogos evolucionistas revela que la vida moderna ha superado el ritmo de la evolución humana, causando estrés crónico y problemas de salud debidos a la falta de adaptación evolutiva a entornos industrializados. Durante milenios, los humanos se adaptaron a la vida de cazadores-recolectores, con movilidad y estrés esporádico, pero la industrialización ha introducido elementos como la contaminación acústica, microplásticos y estilos de vida sedentarios, que generan estrés permanente. Shaw y Longman indican que el éxito evolutivo humano, basado en la supervivencia y reproducción, se ve amenazado por la disminución global de la fertilidad y el auge de enfermedades inflamatorias. Ejemplos de esto incluyen la caída en el recuento espermático vinculado a pesticidas y microplásticos desde la década de 1950. Los investigadores sugieren que las sociedades deben reevaluar su relación con la naturaleza y diseñar entornos urbanos que se alineen mejor con la biología humana, enfatizando la necesidad de ciudades sostenibles y el rescate de espacios naturales para mejorar la salud y bienestar.
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