Las recientes protestas en Marruecos, lideradas por la Generación Z, representan una respuesta al deterioro de los servicios sociales y al malestar por las inversiones en estadios deportivos. Según Maati Monjib, estas movilizaciones reflejan el descontento juvenil frente a la distribución desigual de la riqueza y el control del Majzen, el complejo aparato de poder en Marruecos. A pesar de su apoliticismo y pragmatismo, los manifestantes buscan reformar el sistema político sin recurrir a la violencia revolucionaria histórica. Sin embargo, el movimiento enfrenta desafíos, como la falta de liderazgo estructurado y la posibilidad de ser cooptado por el régimen. Los jóvenes aspiran a una transformación hacia una monarquía más parlamentaria, mientras luchan por derechos concretos y dignidad.
Leer noticia completa de Internacional en El Independiente.