La resistencia antimicrobiana (RAM) se ha convertido en un grave problema de salud global que afecta la eficacia de tratamientos médicos fundamentales. Esta situación será abordada en la reunión de alto nivel de la Asamblea General de la ONU el próximo 26 de septiembre, donde líderes mundiales discutirán las implicaciones de esta creciente amenaza.
Desde su introducción hace un siglo, los antimicrobianos, que incluyen antibióticos y antivirales, han logrado aumentar la esperanza de vida y salvar millones de vidas a diario. Sin embargo, la resistencia se presenta cuando microorganismos como bacterias, virus, hongos y parásitos desarrollan la capacidad de eludir los efectos de estos medicamentos, lo que a su vez dificulta el tratamiento de infecciones y eleva el riesgo de enfermedades severas y muerte.
Detrás de cada estadística relacionada con la RAM se esconden costosas consecuencias humanas. Las personas afectadas enfrentan problemas como la prolongación de estancias en hospitales, pérdida de ingresos y en algunos casos, el dolor de perder a seres queridos. La situación es alarmante, ya que se estima que cualquier persona, en cualquier lugar, puede verse afectada. Las infecciones comunes pueden evolucionar hacia situaciones de riesgo mortal, especialmente en individuos con condiciones preexistentes.
Diversos factores contribuyen a la aparición de la resistencia, siendo el uso excesivo y incorrecto de antimicrobianos uno de los principales. La prescripción innecesaria de antibióticos, el uso en la agricultura y la inadecuada higiene en centros de salud son solo algunas de las causas que fomentan este fenómeno. Además, el aumento del intercambio global de personas y mercancías facilita la propagación de microorganismos resistentes.
Las repercusiones de la RAM son serias, amenazando tanto la salud pública como el desarrollo económico. Se estima que el costo mundial podría ascender a 3,4 billones de dólares anuales para 2030, lo que podría llevar a 28 millones de personas a caer en la pobreza para 2050. Sin embargo, la RAM es un problema prevenible. Desde 2015, se ha implementado un Plan de Acción Mundial para aumentar la concienciación y promover el uso responsable de antimicrobianos. Las iniciativas incluyen también la mejora de sistemas de salud y la vigilancia continua por parte de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
En la reunión de alto nivel, se espera que los líderes mundiales aprueben una declaración política que refuerce el compromiso global frente a la resistencia. La OMS y otros organismos internacionales han puesto en marcha campañas de concienciación y programas que buscan dar visibilidad a esta problemática, además de establecer un grupo de trabajo que represente a los sobrevivientes de infecciones resistentes.
Así, la resistencia antimicrobiana se configura como un reto crucial en la protección de la salud global, demandando una respuesta coordinada y efectiva de todos los sectores de la sociedad.