La reciente imposición de un arancel del 104% a las importaciones chinas por parte del expresidente Donald Trump marca un nuevo capítulo en la prolongada guerra comercial entre Estados Unidos y China. La medida ha comenzado a tener efectos inmediatos y significativos, especialmente en plataformas de comercio digital tan populares como Amazon, donde miles de empresas chinas están reconsiderando su permanencia en el mercado estadounidense. Estas empresas, muchas de ellas ubicadas en el núcleo industrial de Shenzhen, se ven obligadas a evaluar entre dos opciones drásticas: subir sus precios para compensar el impacto arancelario o abandonar el mercado estadounidense por completo.
La presión sobre más de 100.000 empresas chinas, que representan un negocio de 35.300 millones de dólares al año en EE.UU., es palpable. El encarecimiento no solo afecta a los impuestos, sino que también compromete la viabilidad del modelo de negocio que ha permitido a muchos de estos vendedores ofrecer precios ultracompetitivos en categorías como gadgets y moda.
Wang Xin, director de la Asociación de Comercio Electrónico Transfronterizo de Shenzhen, ha expresado que la estructura de costos actual es insostenible, señalando que los costos logísticos, los posibles retrasos aduaneros y la incapacidad para mantener precios atractivos están acelerando el éxodo. Ante esta situación, algunos comerciantes han optado por redirigir sus esfuerzos hacia mercados con menos barreras, como Europa, México o Canadá.
El impacto en Amazon es potencialmente disruptivo. Una salida masiva de vendedores chinos podría reducir significativamente la diversidad de ofertas y productos económicos disponibles en la plataforma. Esto, a su vez, podría perjudicar su capacidad para competir con plataformas emergentes como Temu o Shein, que también se verán afectadas por los nuevos aranceles. Mientras tanto, algunas marcas estadounidenses podrían encontrar un respiro ante la retirada china, aunque competir en precio seguirá siendo un desafío a menos que se realicen ajustes significativos en las cadenas de suministro.
Al mismo tiempo, esta reconfiguración comercial ofrece oportunidades para Europa y América Latina, que ahora aparecen como mercados alternativos atractivos debido a menores cargas arancelarias y altas capacidades de consumo. Las declaraciones de la asociación de Shenzhen enfatizan la necesidad de diversificación más allá del mercado estadounidense, lo cual coincide con los esfuerzos de países europeos y latinoamericanos por atraer inversiones en logística y plataformas de comercio electrónico.
En un contexto más amplio, los nuevos aranceles son parte de una estrategia de desacoplamiento industrial cuyo objetivo es repatriar producción y proteger industrias clave de EE.UU. Sin embargo, estas políticas podrían resultar ser un arma de doble filo al incrementar los precios para los consumidores estadounidenses y generar tensiones logísticas y diplomáticas, con el riesgo de provocar represalias por parte de China.
En conclusión, los cambios en el comercio electrónico global que estamos presenciando podrían señalar una reestructuración más profunda. Mientras que Amazon y los consumidores estadounidenses enfrentan pérdidas inmediatas, los vendedores chinos exploran nuevos mercados, y Europa y América Latina podrían salir beneficiadas de esta redistribución comercial. En el ámbito político, Trump consolidará su imagen de defensor de la industria nacional, pero el impacto real se evidenciará en los trimestres venideros. Lo que inicialmente parece una disputa arancelaria puntual podría ser el inicio de una transformación significativa en el comercio digital global.
