La exploración espacial avanza a pasos agigantados, pero plantea desafíos éticos, legales y filosóficos críticos sobre la propiedad y explotación de los recursos cósmicos. A pesar del Tratado del Espacio Ultraterrestre de 1967, que prohíbe la apropiación nacional del espacio, el auge de la minería espacial por parte de empresas privadas destaca un vacío legal en la materia. Países como Estados Unidos permiten la comercialización de estos recursos, desatando tensiones internacionales al desafiar principios como el de «no apropiación». La falta de una regulación concreta plantea riesgos de explotación desmedida que podrían replicar en el espacio las injusticias de la tierra, convirtiendo en imperativo el desarrollo de un marco ético y legislativo que garantice un uso responsable y equitativo de los recursos espaciales, asegurando que los beneficios sean compartidos globalmente.
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