El reciente auge del sistema de puntos en la concesión de subvenciones culturales en Cataluña ha generado un debate sobre su impacto en la diversidad y calidad artística. Mientras las autoridades culturales defienden su eficacia para promover la inclusión de mujeres y otros grupos en el cine y teatro, críticos del sector, como Núria Güell y Albert Serra, argumentan que estos criterios pueden limitar la libertad creativa y fomentar producciones predecibles. Aunque el sistema ha mejorado la representación femenina, los críticos advierten sobre el riesgo de institucionalizar tendencias artísticas en aras de cumplir con criterios políticos, sugiriendo que cualquier intervención estatal debe ser cautelosa para no comprometer la autonomía artística. Esta discusión refleja una tensión continua entre la intervención política en el arte y la necesidad de permitir que florezca sin restricciones prescriptivas.
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