Jean-Claude Van Damme, antes de alcanzar la fama, enfrentó una dura realidad en Los Ángeles, donde se vio obligado a desempeñar variados trabajos, desde taxista hasta repartidor de pizzas, mientras buscaba oportunidades en la industria del cine. A pesar de haber participado en pequeños papeles en películas como ‘Monaco Forever’ y ‘Retroceder nunca, rendirse jamás’, su auténtico despegue llegó tras entrenar durante un año a Chuck Norris. Este último se convirtió en un apoyo crucial para Van Damme, ayudándolo a conseguir su primer gran papel en ‘Contacto sangriento’. Esta película no solo impulsó su carrera, sino que también le permitió trabajar al lado de sus ídolos de la infancia, como Bolo Yeung.
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