La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha clasificado la variante NB.1.8.1 del coronavirus como «bajo vigilancia» tras un aumento en casos y hospitalizaciones. Identificada en enero de 2025, esta derivada de la cepa ómicron se ha registrado en países como Egipto, Tailandia y las Maldivas. Actualmente, es la cepa dominante en Hong Kong y China, y se ha detectado en varios estados de EE.UU. A pesar de su rápida propagación, la OMS considera el riesgo bajo y asegura que las vacunas actuales siguen siendo efectivas. No se recomiendan restricciones de viaje, pero se insta a los países a mantenerse alerta y adaptar sus respuestas ante el avance de esta variante, que podría lograr una transmisión más eficiente. Los síntomas son similares a los de otras variantes de COVID-19.
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