En medio del auge de la inteligencia artificial, mientras gigantes como Nvidia rompen récords de ingresos, en Japón, un sector vital para la cadena de valor de los semiconductores experimenta pocos beneficios. Los fabricantes de componentes para equipos de chips, compuestos por pequeñas y medianas empresas, enfrentan una paradoja de alta demanda pero márgenes estancados. Marumae, una empresa de Kagoshima, destaca en este segmento al suministrar piezas esenciales a Tokyo Electron, pero su presidente, Toshikazu Maeda, señala la difícil situación financiera del sector.
Japón, que en los años 80 controlaba el 80 % del mercado global de memorias DRAM, ya no lidera la producción de chips. Sin embargo, su ecosistema de proveedores sigue siendo crucial aunque extremadamente fragmentado. Esta fragmentación limita la capacidad de negociación con gigantes como Tokyo Electron, quedando pequeñas empresas como Marumae en una lucha por sobrevivir sin margen para aumentar precios, a pesar de la alta demanda global.
El mercado de estas piezas, valorado en unos 680 millones de dólares, está altamente dividido, lo que evita la consolidación del sector. La competencia feroz entre docenas de firmas familiares disminuye la capacidad de negociación y consolida el rol secundario de estos proveedores. La situación se agrava con las tensiones geopolíticas que afectan más severamente a los pequeños jugadores del mercado.
A pesar de ser esenciales para la fabricación de chips, estos proveedores enfrentan márgenes de apenas un 10 %, muy por debajo del 30 % que logran las grandes empresas de equipos. Así, mientras la inteligencia artificial sigue impulsando el mercado, las pequeñas empresas japonesas del sector continúan viendo cómo sus beneficios se reparten entre los gigantes, sin una estrategia clara de consolidación o apoyo estatal que pueda cambiar su destino.