Gustavo Matos fue sorprendido ofreciendo sus influencias a un capo libanés, prometiéndole interceder ante el delegado del Gobierno y el subdelegado. Matos, que aseguró «yo ayudo a mis amigos», fue grabado mientras discutía la posibilidad de facilitar favores políticos a cambio de beneficios personales. Este escándalo resalta las conexiones entre ciertos funcionarios y tramas delictivas, poniendo en el punto de mira la transparencia en el ejercicio del poder.
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