En el actual panorama tecnológico, marcado por una competencia feroz por el liderazgo en inteligencia artificial, los servidores especializados para estas tareas se han convertido en piezas clave dentro de los centros de datos. Un informe de Bank of America destaca la importancia de los «servidores de IA», que, pese a su aparente simplicidad —basados en una CPU, aceleradores como GPU, ASIC o XPU, y la memoria asociada—, desempeñan un papel fundamental en un mercado cada vez más estratégico y en evolución.
Las CPU, aunque esenciales, han visto disminuir su protagonismo en estas configuraciones. A pesar de ello, se proyecta un crecimiento en su envío global, pasando de 12,3 millones de unidades en 2023 a más de 16 millones en 2027. Tradicionalmente, los servidores utilizaban configuraciones dual-socket, pero ahora incorporan aceleradores que manejan tareas intensivas de IA y aprendizaje automático.
El informe también revela un cambio en el equilibrio de poder dentro del mercado de CPUs para servidores. Intel, antaño dominante, ha perdido terreno frente a AMD y las arquitecturas ARM. Los retrasos en los ciclos de producto y manufactura de Intel desde 2018 han permitido a AMD, con sus procesadores EPYC y diseños de chiplets, captar una mayor cuota de mercado, especialmente en el segmento de la computación en la nube, donde ya supera el 50% del mercado en valor.
Por otro lado, los procesadores ARM, con su eficiencia energética como principal atractivo, han comenzado a ganar popularidad. Grandes nombres del sector, como Amazon, Google y Microsoft, han desarrollado CPUs ARM internas, marcando un cambio en la industria. Nvidia también ha apostado por combinar CPUs ARM con sus GPU Blackwell en configuraciones como el rack GB200, optimizado para cargas de IA a gran escala.
Este cambio de paradigma está redefiniendo las estrategias en los centros de datos. La eficiencia energética y el costo total de propiedad (TCO) han cobrado una relevancia sin precedentes, impulsando la adopción de arquitecturas variadas y tecnologías emergentes. El entorno de los servidores está dejando de ser un dominio monolítico para convertirse en un escenario heterogéneo, adaptado a la nueva era de la inteligencia artificial.
La transformación no solo afecta a los fabricantes de chips. Todo el ecosistema relacionado con el software, los servicios en la nube y la gestión de infraestructuras está viendo alterada su dinámica habitual. En suma, mientras las arquitecturas ARM y la expansión de AMD continúan desafiando la hegemonía de x86, el panorama tecnológico se encamina hacia una era de diversidad y optimización sin precedentes.