Emmanuel Macron, quien ascendió a la presidencia de Francia con una imagen de audacia y reforma, enfrenta ahora una crisis profunda ocho años después. Con una popularidad apenas del 14% y presionado por la creciente influencia de Le Pen, Macron se encuentra aislado y en una espiral de inestabilidad política. Con desafíos como la necesidad de aprobar un presupuesto y una deuda pública en aumento, el presidente intenta maniobrar políticamente nombrando un nuevo primer ministro y buscando formar alianzas frágiles en la Asamblea Nacional. Aunque su legado podría reducirse a sus discursos, el desenlace de su presidencia podría definirse por su capacidad de sortear esta encrucijada crítica, enfrentando presiones para adelantar elecciones y salvar su mandato.
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