En el Vaticano, miles de fieles han acudido a la Basílica de San Pedro para rendir homenaje al Papa Francisco, cuyo cuerpo ha permanecido en una capilla ardiente durante tres días antes de su funeral, que se celebrará seis días después de su muerte. Para garantizar la preservación y presentación adecuada del pontífice ante el público, se ha utilizado la tanatopraxia, una práctica funeraria que involucra técnicas de conservación temporal, incluyendo el uso de productos biocidas para prevenir la descomposición. Aunque no se ha realizado un embalsamamiento completo del cuerpo, como en el caso de figuras históricas, el mantenimiento se ha logrado mediante tratamientos con formol y medidas de control de temperatura y ventilación, asegurando la dignidad de su despedida pese a las complejidades logísticas y biológicas implicadas.
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