El Mar Báltico se ha convertido en el «mar más peligroso del mundo» según el ministro polaco de Exteriores, Radosław Sikorski, debido a la presencia de la «flota fantasma» rusa que evade sanciones internacionales. Esta flota, compuesta por petroleros que operan bajo banderas de conveniencia o sin bandera, ha llevado a la UE y el Reino Unido a imponer sanciones dirigidas a más de 200 buques rusos. Las actividades de estos buques, que incluyen el contrabando de bienes ilícitos y sabotajes submarinos, representan una amenaza para la seguridad marítima y medioambiental global. A pesar de las medidas, Rusia continúa utilizando tácticas de guerra híbrida en la región del Báltico, mientras que la OTAN refuerza la seguridad con el ejercicio «Baltic Sentry». La dificultad para controlar esta flota se complica por su estructura opaca y su uso de técnicas para eludir la supervisión.
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