El 29 de octubre de 2023, Valencia enfrentó una catástrofe no solo meteorológica sino también de gestión. La alerta por lluvias torrenciales llegó demasiado tarde, resultando en 229 muertes y miles de pedidos de auxilio. Las investigaciones buscan determinar las fallas, aunque la ciudadanía ya sabe lo esencial: la respuesta oficial fue ineficaz y confusa. La tragedia desvela la importancia de servicios públicos bien financiados y preparados para enfrentar emergencias, y subraya la urgencia de un Pacto de Estado contra el cambio climático. La resiliencia ciudadana contrastó con la ineficiencia gubernamental, resaltando una necesidad esencial: la verdad y la mejora en la preparación pública para prevenir futuras tragedias.
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