El crimen organizado en América Latina es un obstáculo significativo para su desarrollo económico, según un informe del Fondo Monetario Internacional (FMI). Se estima que las actividades delictivas provocan pérdidas equivalentes al 3,5% del PIB de la región, afectando la estabilidad macroeconómica y aumentando la desigualdad. América Latina, que representa solo el 8% de la población mundial, concentra un tercio de los homicidios globales, vinculando la mitad de estos a grupos criminales organizados. Estas actividades ilícitas se expanden más allá del narcotráfico, abarcando minería ilegal y tráfico de vida silvestre. El FMI sugiere que reducir la violencia aumentaría el crecimiento del PIB en hasta un 30% y mejoraría el empleo, especialmente para las mujeres. Las empresas de la región gastan significativamente en seguridad, siendo las pequeñas empresas las más afectadas. En México, un país particularmente afectado, la presencia de bandas criminales merma la economía y desalienta las denuncias por desconfianza en las autoridades. El FMI aboga por una cooperación internacional más fuerte para combatir el crimen, mejorar la seguridad y fomentar la estabilidad económica.
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