El modelo de Open Finance está ganando terreno en el sector financiero, con expertos pronosticando su amplia adopción en los próximos años. Un reciente estudio de Minsait Payments revela las tendencias y desafíos de esta innovadora forma de gestionar los datos financieros.
Según el Informe Open Finance de Minsait Payments, el 48% de los expertos del sector afirma que las finanzas abiertas se convertirán en un modelo estandarizado en el mercado antes de 2030. Más aún, un 20% considera que ya lo es. Este nuevo paradigma destaca por fomentar una mayor apertura a la competencia, ofrecer variedad de canales y ubicuidad en los servicios, y permitir la explotación de sinergias entre industrias a través de las finanzas embebidas.
La implementación del Open Finance no está exenta de obstáculos. El informe señala que uno de cada cuatro expertos identifica la protección y privacidad de los datos como el principal desafío regulatorio. En respuesta, la Unión Europea está trabajando en la creación de un marco que garantice acceso seguro y abierto a los datos de los clientes, proteja los intereses de los consumidores, y mantenga la seguridad y confianza en el sistema.
En España, los consumidores muestran una disposición condicionada a compartir sus datos financieros. El 54% de los usuarios están más dispuestos a compartir sus datos si obtienen beneficios tangibles, como reducciones o eliminaciones de comisiones y gastos de gestión. No obstante, la banca tradicional sigue siendo la entidad que genera mayor confianza para el manejo de datos financieros.
La próxima directiva PSD3 establecerá un marco normativo más sólido para el Open Finance, incluyendo derechos y obligaciones claros en el intercambio de datos de clientes, mayor control para consumidores y empresas sobre sus datos financieros, y la estandarización de datos e interfaces necesarias para el intercambio de información.
El Open Finance se posiciona como un elemento transformador del sector financiero, promoviendo la innovación y la competencia. Sin embargo, su éxito dependerá de la capacidad del sector para abordar los desafíos regulatorios y de seguridad, así como de generar confianza entre los consumidores.