Las Garzas de la Provincia de Málaga: Un Viaje por su Hábitat y Conservación

Las ardeidas son una familia de aves fascinante que se distingue por su adaptación a ambientes húmedos y acuáticos. Estos elegantes voladores presentan características únicas que les permiten prosperar en su hábitat, incluyendo patas, picos y cuellos alargados. Su vuelo es inconfundible, ya que al igual que otras aves zancudas, recogen el cuello en una forma de ‘S’, lo que las diferencia de cigüeñas y espátulas. Predominan los tonos grises, blancos y pardos en su plumaje, y durante la época nupcial, algunas especies lucen impresionantes penachos en la cabeza. Un rasgo notable de las ardeidas es la adaptación de la uña del dedo central, que se ha transformado en un peine, utilizado para el acicalado.

Estas aves son predominantemente acuáticas, alimentándose de peces, anfibios e invertebrados que habitan en ríos y humedales. Las garzas más grandes emplean una técnica de caza que consiste en moverse lentamente en aguas poco profundas o permanecer inmóviles hasta detectar a su presa, que captura con un rápido movimiento del pico, imitando un arpón. En contraste, las especies de menor tamaño, como el avetorillo y el martinete, tienden a cazar desde la vegetación palustre, lanzándose sobre sus presas desde una posición elevada. Solo la garcilla bueyera se aleja de este patrón, cazando principalmente en tierra mediante carreras rápidas para atrapar insectos.

La conducta de anidación de las ardeidas también es notable, ya que a menudo forman colonias mixtas en áreas de vegetación palustre. Un lugar emblemático para observar este fenómeno en la provincia de Málaga es la laguna de los Prados, donde coexisten diversas especies, incluyendo la garcilla bueyera, la garceta común y el martinete, entre otras.

En Málaga, los aficionados a la observación de aves pueden encontrarse regularmente con hasta ocho especies diferentes de ardeidas: avetorillo común, garza real, garza imperial, garceta grande, garceta común, garcilla bueyera, garcilla cangrejera y martinete común. Además, en años recientes han sido registradas observaciones de la garceta dimorfa y del avetoro común, lo que añade interés para los observadores de la naturaleza.

El avetorillo es la más pequeña de las garzas malagueñas y presenta un marcado dimorfismo sexual, siendo el macho de plumaje negro en la cabeza y dorso, mientras que la hembra tiene tonos más pardos. Su presencia en Málaga es principalmente estival, aunque algunos individuos invernan en la región. La garza real, probablemente la más icónica de la familia, se encuentra en una variedad de entornos, desde ríos hasta puertos, y se reproduce en los embalses del Guadalhorce-Guadalteba. Por su parte, la garza imperial se distingue por sus tonos castaño-rojizos y la garceta grande por su plumaje blanco puro, siendo especies cada vez más comunes en la provincia.

La garceta común, que también se encuentra en la costa, y la garcilla bueyera, que se alimenta en medios agrícolas, son otras especies notables en la región. La garcilla cangrejera, de plumaje distintivo, se reproduce escasamente en la laguna de los Prados, mientras que el martinete, reconocido por sus costumbres crepusculares, se encuentra en diversas zonas húmedas y embalses.

Las garzas pueden ser vistas en diversos ecosistemas acuáticos de Málaga, incluso en zonas humanizadas como embalses y puertos. La variedad de hábitos y técnicas de caza de estas aves las vuelve fascinantes de observar, y zonas como la desembocadura del Guadalhorce, la Junta de los Ríos Genal y Guadiaro, y el Delta del río Vélez son especialmente recomendadas para su avistamiento.

No obstante, es crucial subrayar la necesidad de conservar los humedales malagueños, que son vitales no solo para las ardeidas, sino también para una gran diversidad de flora y fauna. Estos ecosistemas enfrentan numerosas amenazas debido a la actividad humana y cambios medioambientales. Un reciente estudio publicado por SEO/BirdLife indica que las poblaciones de ardeidas están disminuyendo a nivel nacional, lo que resalta la urgencia de llevar a cabo acciones de conservación para proteger a estas aves y su hábitat.

Es fundamental que se tomen medidas para preservar la riqueza natural de los humedales malagueños, garantizando un futuro seguro no solo para las garzas, sino para toda la biodiversidad que depende de estos ecosistemas.

Fuente: Diputación de Málaga.

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