El reciente discurso navideño del Rey Felipe VI se centró en la incertidumbre política y social de España, evocando una mezcla de nostalgia y responsabilidad hacia el futuro. En un país sumido en el escarnio político diario y una decadencia económica y moral, el monarca emerge como una figura que combina liderazgo, presencia paternal y solidaridad ciudadana. Felipe VI subrayó la unidad y el bien común como piedras angulares de un país que, pese a estar asediado por líderes sin rumbo y políticas divisorias, encuentra en su Constitución un baluarte de esperanza y certidumbre. A través de su alocución, reforzó el papel esencial de la monarquía como garante de estabilidad, haciendo un llamado a la sociedad para superar la falta de responsabilidad de sus representantes y reafirmar los valores democráticos en peligro.
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