Robert Redford ha quedado en el imaginario colectivo como una figura inseparable de su colaborador frecuente, Paul Newman, con quien protagonizó clásicos del cine. Su imagen de galán de época se suma a su legado como un ferviente defensor de causas políticas y medioambientales, consolidando su estatus no solo como icono de Hollywood, sino también como un influyente activista comprometido con su tiempo.
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