Durante los Juegos Olímpicos de París, la contaminación del río Sena generó controversia debido a que la calidad del agua empeoró, provocando la reprogramación de pruebas de natación. Aunque se han invertido más de 1.400 millones de euros en su saneamiento, un año después, ciertos tramos se han reabierto al baño, marcando un hito tras un siglo de prohibición. Sin embargo, todavía hay fluctuaciones en la calidad del agua. Este caso ilustra que la descontaminación suele ser considerablemente más costosa que la prevención, como lo demuestra el uso de inteligencia artificial para calcular estos costos a nivel global. Iniciativas similares se desarrollan en el Ruhr en Alemania y en el río Yangtsé en China, subrayando la importancia de políticas preventivas en la gestión de los recursos hídricos.
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