La Basílica de Santa María la Mayor en Roma, conocida por albergar el icónico «Salus Populi Romani», se ha convertido en un centro de peregrinación tras la inhumación del Papa Francisco. Su tumba modesta, situada en una nave lateral, ha atraído a miles de fieles, desplazando temporalmente la atención del famoso icono mariano. Sorprendentemente, a escasos metros se encuentra el sepulcro de Junio Valerio Borghese, conocido como el «Príncipe Negro», un controvertido líder fascista. Esta vecindad ha reavivado debates sobre el legado del fascismo en Italia, mientras que la sencilla sepultura de Francisco refleja su deseo de humildad. La curiosa proximidad entre ambos personajes ha generado comparaciones y comentarios en redes respecto a sus ideologías opuestas. La basílica, que ahora atrae a una multitud de curiosos con móviles en mano, es un punto de encuentro entre la paz del pontífice argentino y las sombras del pasado italiano.
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