En el ámbito educativo, surge una nueva dinámica de tensiones entre docentes y padres, donde los primeros expresan quejas respecto a los comportamientos de los progenitores, más allá del comportamiento de los estudiantes en el aula. Esta situación pone de manifiesto una creciente demanda por parte de las familias en busca de proporcionalidad y apertura al diálogo con el sistema educativo, intentando equilibrar las expectativas de ambas partes en el proceso formativo de los jóvenes.
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