El fallecimiento del Papa Francisco, confirmado por el cardenal Kevin Joseph Farrell, abre un periodo crítico para la Iglesia católica, marcado por la tradicional ceremonia del cónclave para elegir a su sucesor. La muerte del pontífice, ocurrida en la Casa Santa Marta después de su hospitalización, inicia oficialmente la Sede Vacante, un término cargado de rituales ancestrales que incluyen el cierre parcial de la Basílica de San Pedro y el resonar de campanas en todo el mundo. Aunque el proceso de selección sigue pautas históricas, el Papa Francisco implementó cambios significativos en los rituales fúnebres, como su decisión de ser enterrado fuera del Vaticano, específicamente en la Basílica Santa María Mayor en Roma, rompiendo con la tradición de reposar en la Basílica de San Pedro. La elección del nuevo pontífice comenzará tras un periodo de luto de quince días, con un proceso de votación riguroso que incluye un sistema de fumata para anunciar al mundo si se ha encontrado un nuevo líder para la Iglesia.
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