Luis Enrique coronó su carrera en Múnich al llevar al Paris Saint-Germain a su primera Champions League, reafirmándose como el arquitecto detrás de este logro. Incluso más que en 2015 con el Barcelona, esta vez creó su propia dinastía con jugadores como Vitinha y Neves. Su enfoque táctico y su filosofía basada en valentía y solidaridad conquistaron a la afición parisina, que le rindió homenaje durante la final, recordando también a su hija Xana con una emotiva pancarta. A sus 55 años, aunque habla francés, nunca lo hace en público, y ha logrado resonar entre los hinchas del PSG más que cualquier otro técnico desde la fundación del club en 1970. En el partido, destacó especialmente el rendimiento de Ousmane Dembélé, a quien Luis Enrique ve como merecedor del Balón de Oro, no solo por su capacidad ofensiva, sino por su presión defensiva, simbolizando el espíritu del PSG que va más allá del glamour asociado con sus propietarios cataríes.
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