En México, la extorsión se ha arraigado como un crimen casi perfecto debido a la debilidad sistémica del Estado, donde las amenazas de los criminales resultan más creíbles que las promesas gubernamentales. Esto queda ejemplificado en el trágico caso de Irma Hernández Cruz, una maestra jubilada y taxista en Veracruz, quien tras ser secuestrada y humillada, apareció muerta; un hecho que simboliza la impotencia de las autoridades frente al crimen organizado. La presidenta Claudia Sheinbaum enfrenta el desafío de desarticular las mafias y restaurar la credibilidad del gobierno. Esto demanda acciones decisivas, alejadas del montaje mediático, para demostrar un verdadero compromiso con la justicia y el apoyo a las víctimas, clave para imponer un renacimiento con bienestar en un país asediado por el crimen.
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