En medio de un creciente debate sobre la politización de eventos culturales, RTVE ha anunciado su decisión de no participar en el festival de Eurovisión, una medida justificada por su presidente, José Pablo López, al considerar dicho certamen como un evento político y no musical. Sin embargo, esta decisión ha sido fuertemente criticada y tachada de sesgada por quienes la perciben como un boicot motivado por la participación de Israel. La crítica se ha enfocado en la creciente percepción de que la dirección de RTVE está errando hacia posiciones más radicales, poniendo en tela de juicio la objetividad del ente público. Esto ocurre en un contexto de tensas relaciones internacionales en las que la política interna de España y sus vínculos con Oriente Medio están bajo constante escrutinio. La polémica decisión ha generado preocupación sobre las futuras relaciones entre España e Israel y ha suscitado un debate sobre el papel de los medios de comunicación públicos en la difusión de contenidos culturales y políticos.
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