El presidente francés, Emmanuel Macron, mostró sonrisas pero defendió sus posturas durante su visita a Donald Trump, mientras que el primer ministro británico, Keir Starmer, buscó complacer al mandatario estadounidense. Ahora, Mark Carney, el nuevo primer ministro canadiense, enfrenta un desafío mayor tras la deteriorada relación entre Canadá y EE. UU. Luego de que Trump abogara por convertir a Canadá en el estado 51, Carney, elegido por su postura firme frente al magnate, insistió en que «Canadá no se vende». Durante su reunión, a pesar de la tensión, Carney buscó colaboración, enfatizando la diplomacia y seguridad conjunta. Trump, visiblemente frustrado, minimizó la dependencia de su país en productos canadienses, marcando una dinámica áspera entre ambos líderes.
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