La creciente inquietud por la inflación ha dirigido la atención de los inversores hacia los depósitos indexados, un instrumento financiero diseñado para proteger el valor real del dinero. Estos depósitos ajustan su rendimiento nominal de acuerdo al índice de precios al consumidor (IPC) u otros indicadores económicos, a diferencia de los depósitos tradicionales que ofrecen un interés fijo o variable acordado de antemano.
En España, sin embargo, la disponibilidad de productos puramente indexados es limitada. Existen alternativas como las cuentas remuneradas indexadas. Un ejemplo es la cuenta ofrecida por Indexa Capital, que presenta un 1,5 % TAE, vinculado al tipo de interés del Banco Central Europeo menos 0,50 puntos.
La principal ventaja de estos productos radica en su capacidad para proteger los ahorros de los efectos de la inflación, evitando la pérdida del poder adquisitivo. Sin embargo, no están exentos de inconvenientes. Las entidades pueden aplicar fórmulas desfavorables, incluir márgenes y comisiones ocultas o realizar ajustes negativos si la inflación disminuye. Además, la oferta limitada y las condiciones más exigentes que los depósitos tradicionales representan barreras para los interesados.
Otra alternativa es la inversión en bonos indexados a la inflación emitidos por gobiernos. Estos bonos ajustan su valor nominal según el IPC, aunque conllevan riesgos de mercado, plazos más largos y menor liquidez. Las cuentas remuneradas indexadas, por su parte, ofrecen cierta accesibilidad con liquidez y un ajuste moderado al entorno económico.
Con posibles cambios en la política monetaria que podrían reducir el rendimiento neto de los depósitos y otros instrumentos para 2025, los inversores deben evaluar cuidadosamente sus opciones. Se recomienda diversificar y combinar diferentes productos para maximizar la rentabilidad real, evitando caer en ofertas con altos TAEs que, debido a la inflación y los cortos plazos, podrían no ser tan beneficiosas como aparentan.