En un contexto político marcado por la indignación ciudadana tras una catástrofe natural en Valencia, la figura de Carlos Mazón, presidente de la Generalitat, ha sido objeto de intensas críticas. A pesar de las manifestaciones multitudinarias y la presión pública pidiendo su dimisión debido a su gestión durante la crisis, Mazón sigue políticamente vigente, en parte por la capacidad del Partido Popular de difuminar su responsabilidad. Un reciente sondeo indica que un 60% de los valencianos ha perdido la confianza en las instituciones, situación que ha sido aprovechada por la ultraderecha, convirtiendo su discurso en una opción atractiva. La Generalitat emerge como la institución más afectada, enfrentando no solo críticas por su eficacia, sino también por su alineación con el relato del PP. La izquierda, fragmentada y sin una estrategia contundente, se enfrenta al desafío de revertir esta tendencia y contrarrestar la maquinaria de desinformación de la derecha, mientras el PP intenta evitar internalizar los costos de su gestión y depender de Vox para su supervivencia política.
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