El 15 de junio, desafiando una prohibición municipal, cientos de personas marcharon en Chisináu durante el decimotercer Moldova Pride, ondeando banderas arcoíris bajo el lema «Resistencia y visibilidad». Este evento refleja las tensiones entre la herencia soviética de Moldavia y su aspiración de integrarse a la Unión Europea. La presidenta Maia Sandu, al no respaldar la prohibición del alcalde Ion Ceban, reafirma su compromiso con los derechos democráticos, cruciales para la adhesión de Moldavia a la UE. Desde su elección en 2020, Sandu ha impulsado reformas contra la corrupción y en pro de la independencia judicial. En un contexto regional donde las libertades retroceden, Moldavia busca fortalecer su democracia, con la sociedad civil abogando por más educación en diversidad y derechos humanos. El futuro europeo del país depende de su generación actual, comprometida con la igualdad y la dignidad.
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