En 2017, un usuario decidió cambiar su enfoque tecnológico al abandonar el sistema operativo Windows y el navegador Google Chrome, migrando a los productos de Apple y explorando alternativas de navegación. Esta transición fue impulsada por el excesivo consumo de recursos del portátil al usar Chrome, además de preocupaciones sobre privacidad, ya que el navegador registraba gran parte de su actividad en línea. La omnipresencia de Google en diversos servicios también motivó el cambio, lo que llevó al usuario a experimentar con navegadores como Safari, Opera y Brave. Un alivio adicional fue reducir la cantidad de publicidad al dejar de utilizar Chrome, que estaba modificando la eficacia de los bloqueadores de anuncios. Al final, este cambio no solo liberó espacio en términos de memoria y privacidad, sino que ofreció una experiencia de navegación más diversificada y controlada.
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