El reciente asesinato del alcalde de Chilpancingo, Alejandro Arcos Catalán, y el incremento de la violencia en Guerrero han dejado a México consternado. Arcos fue decapitado por el crimen organizado, apenas días después de asumir su cargo y tras demandar mayor seguridad luego del asesinato de su secretario general, Francisco Gonzalo Tapia. Este suceso ha desencadenado fuertes críticas a las estrategias de seguridad implementadas por el gobierno de Claudia Sheinbaum y la administración de Andrés Manuel López Obrador, en un Estado donde la impunidad es alarmantemente alta. La gobernadora Evelyn Salgado y líderes políticos han condenado el crimen, exigiendo justicia y mayor protección para las autoridades locales. Mientras tanto, la comunidad y la familia del alcalde permanecen en un estado de incertidumbre, con el narco consolidando su influencia y poder en la región.
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