La operación «Rising Lion», lanzada por Israel tras meses de preparación clandestina, representa un esfuerzo del primer ministro Benjamin Netanyahu por desmantelar el programa nuclear de Irán, siguiendo las tensiones derivadas del ataque del 7 de octubre de 2023. Este movimiento ha derivado en una importante ofensiva aérea y de sabotaje, con unos 200 aviones de combate y participación del Mossad, apuntando a instalaciones clave como Natanz y Fordó. Se ha producido la muerte de altos mandos iraníes, generando una escalada de violencia con respuestas iraníes en forma de drones y misiles. Aunque EEUU no participó directamente, su conocimiento previo indica un respaldo tácito a Israel, pese al compromiso de Donald Trump de mantener al país alejado de nuevos conflictos bélicos. La situación reconfigura las dinámicas en Oriente Próximo, planteando un desafío a la postura de no intervención que Trump había prometido a sus votantes, mientras que Europa expresa críticas moderadas. La reacción iraní promete una dura respuesta, en un clima tenso que puede atraer más participación estadounidense si la situación escala aún más.
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