En España, el uso de nombres tradicionales como Antonio y María Carmen ha disminuido significativamente, según datos del Instituto Nacional de Estadística. Aunque siguen siendo los más comunes entre la población, esto se debe en gran parte a generaciones anteriores. En contraste, nuevas tendencias onomásticas reflejan influencias culturales y globales, con nombres como Lucía y Hugo liderando en recién nacidos. Algunos nombres tradicionales persisten, como Javier y Laura, mientras que joyas antiguas como Ciriaca y Eutiquiano sobreviven principalmente en mayores de 80 años. La elección de nombres modernos también se ve influenciada por la brevedad y pronunciabilidad, adecuándose mejor a un mundo globalizado.
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