La Unión Europea ha dado un paso significativo hacia la estandarización y sostenibilidad con su nueva normativa sobre cargadores y cables USB-C, que entrará en vigor en 2028. Esta medida busca garantizar la interoperabilidad entre dispositivos y cargadores, al mismo tiempo que reduce la confusión del usuario y los residuos electrónicos.
La normativa exige que los adaptadores de corriente en el mercado europeo vengan acompañados de cables USB-C desmontables, y que estos cables incluyan etiquetas que indiquen su potencia máxima. Este cambio permitirá a los usuarios identificar fácilmente cables con capacidades de 60 W, 100 W o 240 W, facilitando el reemplazo del cable sin necesidad de desechar el cargador completo.
El objetivo es alargar la vida útil de los adaptadores y minimizar los residuos electrónicos. La Unión Europea busca una interoperabilidad que se extienda más allá de teléfonos y tabletas, abarcando una amplia gama de productos, desde dispositivos electrónicos y periféricos hasta monitores y equipos informáticos.
Además, las nuevas reglas endurecen las exigencias de eficiencia energética, especialmente en escenarios de baja carga y consumo en vacío. Esto reducirá el desperdicio energético, mejorando tanto la factura del usuario como el comportamiento de los cargadores.
Sin embargo, la normativa no obliga a los fabricantes a vender dispositivos sin cargador, una discusión que todavía persiste por sus implicaciones tanto en sostenibilidad como en experiencia del usuario.
Para la industria, el ajuste no supondrá una revolución, sino un rediseño incremental. La práctica de usar cables desmontables ya es común, y el etiquetado se integrará con mínimas modificaciones. Se espera que el etiquetado también disminuya las devoluciones por expectativas no cumplidas, facilitando decisiones de compra más informadas.
En 2028, los consumidores tendrán más control y previsibilidad en sus compras, con la seguridad de que están adquiriendo un cable adecuado para sus necesidades. Esto, sumado a la posibilidad de sustituir cables sin reemplazar el adaptador completo, contribuirá a disminuir considerablemente los residuos electrónicos en Europa.
La política europea de “cargador común” avanza, ofreciendo soluciones tangibles para consumidores y contribuyendo a un mercado más sostenible y eficiente.