Investigadores de la Universidad de Boston están liderando un proyecto innovador que podría redefinir el manejo energético en los centros de datos de alto rendimiento (HPC). Con el objetivo de reducir el consumo masivo de electricidad sin comprometer el rendimiento, Ayse Coskun e Ioannis Paschalidis del Hariri Institute for Computing han desarrollado estrategias que abordan este desafío crucial. Sus hallazgos han sido publicados en la revista IEEE Transactions on Sustainable Computing.
La computación de alto rendimiento es fundamental para tareas que requieren billones de cálculos por segundo, pero su gran demanda de electricidad genera un impacto considerable tanto económico como ambiental. Coskun y Paschalidis investigan modelos de gestión energética que no solo optimicen el consumo eléctrico, sino que también promuevan la adopción de fuentes de energía renovable.
Los centros de datos consumen energía no solo a través de los procesadores, sino también mediante servidores de datos, equipos de red y sistemas de refrigeración. Ajustar su consumo eléctrico individual ayuda a estabilizar las redes eléctricas en conjunto, facilitando la integración de energías limpias como la solar y la eólica.
Una estrategia destacada es la participación en programas de respuesta a la demanda, donde los centros de datos pueden negociar tarifas energéticas más favorables a cambio de reducir temporalmente su consumo durante picos de demanda. “El reto es minimizar el impacto sobre las cargas de trabajo críticas cuando se aplica una limitación de potencia”, destaca Daniel Wilson, coautor del estudio. Los algoritmos creados permiten identificar y restringir cargas de manera selectiva, reduciendo la afectación al rendimiento.
Aunque no todos los mercados ofrecen programas avanzados, Coskun y Paschalidis creen que la gestión inteligente del consumo energético sigue siendo clave. Sus técnicas permiten a los centros de datos adaptarse a precios energéticos variables, un aspecto vital incluso en países con infraestructuras limitadas.
El futuro del proyecto incluye una nueva fase de investigación junto a Richard Stuebi de la Escuela de Negocios Questrom. Estudiarán el impacto de estas técnicas en diversos mercados energéticos, buscando soluciones aplicables internacionalmente.
En una era donde la inteligencia artificial y la computación intensiva están en auge, la sostenibilidad de estos modelos dependerá de su capacidad para adaptarse y optimizar recursos. Los esfuerzos de la Universidad de Boston sugieren un camino hacia la convivencia entre la computación de alto rendimiento y la sostenibilidad energética.