El Parque Nacional de la Sierra de las Nieves es un auténtico tesoro natural que, cada vez que lo visitamos, nos ofrece una variedad inigualable de rincones y experiencias. Especialmente en noviembre, con la llegada de aves invernantes, el pinsapar de Yunquera y los matorrales que rodean el impresionante Tajo de la Caína se convierten en destinos irresistibles. La rica biodiversidad aviar de la zona nos envuelve, mientras nos maravillamos con el singular ambiente que proporciona el bosque de pinsapos y los espectaculares paisajes que se asoman desde la cañada de las Carnicerías.
En la sierra, las laderas orientales del macizo del Torrecilla y los Quejigales han sido moldeadas por un extenso uso agrícola y ganadero en el pasado. Hasta el siglo XIX, los viñedos cubrían estas tierras, pero la devastadora epidemia de filoxera transformó el paisaje, dando paso a la regeneración natural del herbazal y matorral. Así, con el tiempo, el monte ha recuperado sus comunidades vegetales, incluido un pinsapar que, aunque aún joven, es hogar de una diversidad de especies forestales, como el carbonero garrapinos y el herrerillo capuchino.
Estos bosques de pinsapo son vestigios de épocas más frías y han logrado sobrevivir en las cumbres de las sierras. Aislados en un «mar» de clima más cálido, su conservación es vital para proteger esta especie endémica. Además, otros tipos de flora también prosperan, creando un hábitat ideal para aves que buscan refugio invernal, como el mirlo capiblanco y el zorzal alirrojo.
El recorrido por esta zona nos brinda la posibilidad de apreciar una amplia gama de aves. Desde rapaces como el buitre leonado y el águila real, hasta aves de menor tamaño como el gavilán común y el cernícalo vulgar. Identificar estas especies se convierte en un deleite para cualquier observador de aves.
Para llegar al mirador de Luis Ceballos (Puerto Caucón), donde comenzamos nuestra aventura, es necesario seguir un camino desde el pueblo de Yunquera. El trayecto está bien señalizado y, tras unos kilómetros de recorrido, se llega al mirador, un punto perfecto para iniciar la ruta.
Es fundamental tener en cuenta la altitud y la meteorología de la sierra, ya que las temperaturas pueden variar considerablemente durante noviembre. La protección ante condiciones climáticas adversas es crucial, no solo por seguridad, sino también por la actividad decrementada de muchas especies.
Al inicio de la ruta, es recomendable estar atentos a las aves que habitan la vegetación circundante. A medida que empezamos el recorrido hacia el Tajo de la Caína, el sendero nos lleva a un matorral denso, ideal para la observación de la curruca rabilarga y el acentor común. Conforme avanzamos, la fauna aviar se vuelve más prominente, y la posibilidad de encontrarnos con el espectacular camachuelo común añade emoción al trayecto.
Después de una serie de subidas y descensos, llegamos a la panorámica sobre el Tajo de la Caína. Este impresionante acantilado nos ofrece vistas espectaculares, y, rodeados de enebros y majuelos, nos encontramos en una zona donde el mirlo capiblanco busca alimento. La diversidad de paisajes y la posibilidad de observar aves rupícolas como el colirrojo tizón hacen que este lugar sea un paraíso para los ornitólogos.
Las vistas desde este punto son igualmente impresionantes. Al este se extienden los valles y, conforme se busca hacia el oeste, se pueden avistar cerros prominentes y, con suerte, la silueta de un águila real cruzando el cielo. Después de disfrutar de todo lo que este entorno tiene para ofrecer, es momento de retornar, deshaciendo los pasos hasta el mirador de Luis Ceballos, llevando en el corazón la belleza de este rincón de la Sierra de las Nieves.
Fuente: Diputación de Málaga.

