En muchas ciudades españolas, las palomas han pasado de ser una estampa típica de plazas y azoteas a convertirse en un problema cotidiano: manchas en fachadas, suciedad en barandillas, nidos en persianas y aparatos de aire acondicionado, e incluso discusiones entre vecinos.
Pero por muy molestas que resulten, no todo vale. La legislación de protección animal y muchas ordenanzas municipales prohíben expresamente el uso de venenos, métodos crueles o actuaciones que provoquen sufrimiento innecesario. La clave está en controlar su presencia modificando el entorno, no atacando al animal.
Este es el enfoque que recomiendan los expertos: convertir el balcón o la terraza en un lugar poco atractivo para las palomas, sin dañarlas y sin jugarse una sanción.
Qué se puede hacer (y qué no) con las palomas, según la normativa
Antes de plantear ningún sistema, conviene tener claro el marco general:
Lo que no está permitido
- Colocar venenos, cebos tóxicos o productos caseros peligrosos.
- Usar cepos, trampas o dispositivos que puedan herir o matar a las aves.
- Recurrir a pegamentos u otros sistemas donde puedan quedar atrapadas.
- Destruir nidos con huevos o crías sin instrucciones de la autoridad competente.
- Seguir alimentándolas de forma sistemática: en muchas ciudades está prohibido echar pan o restos de comida en la vía pública y terrazas.
Lo que sí entra dentro de un control responsable
- Impedir el acceso a puntos de anidación mediante elementos físicos no lesivos.
- Introducir cambios en el balcón que hagan el espacio incómodo para posarse.
- Mantener una limpieza constante de restos orgánicos y excrementos.
- Recurrir al ayuntamiento o a empresas autorizadas cuando el problema es colectivo.
Se trata de desplazar a las palomas de forma gradual y legal, no de eliminarlas.
Primer paso: cortar el “atractivo” principal de la terraza
Las palomas no eligen un balcón al azar. Lo hacen porque encuentran:
- Comida.
- Refugio frente al viento y la lluvia.
- Sensación de seguridad.
Si se retiran estos tres elementos, la mayoría de “plagas domésticas” empieza a remitir.
No darles de comer… ni sin querer
- Evitar sacudir manteles hacia el exterior.
- No dejar restos de pan, comida de mascotas o semillas en la terraza.
- Revisar jardineras con restos de fruta o alimento en descomposición.
Si en un edificio una sola vivienda alimenta de forma habitual a las palomas, el resto de vecinos lo tendrá mucho más difícil.
Sellar refugios: fuera nidos de persianas y aparatos
Uno de los puntos críticos son los lugares en los que las palomas se sienten protegidas:
- Cajones de persianas.
- Huecos bajo aleros o marquesinas.
- Estructuras de aire acondicionado.
- Vigas y repisas profundas.
Cómo actuar sin infringir la ley
- Inspección visual desde el interior de la vivienda o con ayuda de la comunidad.
- Si no hay huevos ni crías, retirar cuidadosamente ramas y restos con guantes y mascarilla, y limpiar con productos adecuados.
- Colocar rejillas, paneles o tapas desmontables en los huecos para que no puedan volver a entrar.
- En el caso de encontrarse un nido activo, lo recomendable es comunicarlo al ayuntamiento, a la comunidad de propietarios o a una empresa especializada, que valorará la actuación siguiendo la normativa.
Este tipo de intervenciones previene que el problema se cronifique año tras año.
Alternativas a pinchos y mallas: incomodar sin hacer daño
Los pinchos metálicos y las mallas siguen utilizándose en muchos edificios, pero no siempre son la opción preferida: pueden resultar antiestéticos, difíciles de instalar y, si se colocan mal, llegar a causar heridas a las aves.
Hay soluciones más suaves que han demostrado ser eficaces a pequeña escala, especialmente en balcones y terrazas particulares.
1. Superficies inestables: que no puedan posarse cómodas
Las palomas buscan repisas amplias y estables. Si esa estabilidad desaparece, se marchan.
Algunas ideas:
- Colocar muelles helicoidales (tipo juguete “slinky”) a lo largo de la barandilla, de forma que al intentar posarse el ave note movimiento.
- Instalar varillas finas o listones que reduzcan la superficie útil, sin pinchar ni atrapar.
No hieren, se pueden retirar en cualquier momento y obligan a las palomas a buscar otro punto de apoyo.
2. Movimiento y reflejos que las desconcierten
Las aves son sensibles a los destellos y a los objetos que cambian de posición con el viento:
- Cintas reflectantes o tiras de papel de aluminio colgadas.
- CDs o DVDs viejos suspendidos con hilo para que giren.
- Molinillos de viento en macetas o barandillas.
Este tipo de elementos crea un entorno visualmente incómodo para las palomas. Conviene:
- No saturar el balcón, para no convertirlo en un “circo” visual.
- Cambiar la posición de vez en cuando, de modo que no se acostumbren al patrón.
3. Ruidos suaves pero constantes
Sin convertir la terraza en una fuente de ruido, es posible añadir pequeños elementos que generen sonidos aleatorios:
- Campanillas, colgantes de metal o bambú que suenen con el viento.
- Colgantes ligeros que golpeen suavemente entre sí.
El objetivo es romper la sensación de “zona tranquila” que las palomas buscan para descansar.
4. Olores y texturas poco agradables
Sin llegar a productos agresivos, algunas soluciones domésticas pueden ayudar como complemento:
- Aplicar especias picantes (pimienta, cayena, chile en polvo) en repisas donde suelen apoyarse.
- Limpiar periódicamente barandillas y suelos con mezclas de agua y vinagre, que reducen la impregnación de olor y les resulta menos atractivo.
Siempre con moderación, evitando zonas donde haya niños pequeños o mascotas, y sin abusar de concentraciones que puedan ser molestas para las personas.
La limpieza, parte de la estrategia (y de la salud)
Controlar la presencia de palomas no solo es una cuestión estética. Sus excrementos:
- Deterioran pintura, piedra y metal.
- Pueden acumular microorganismos si no se retiran con frecuencia.
Recomendaciones básicas:
- Limpiar con guantes y, si hay mucha acumulación, mascarilla.
- Humedecer la zona antes de retirar restos, para evitar levantar polvo.
- Utilizar soluciones jabonosas o desinfectantes adecuados para exteriores.
Cuanto menos tiempo permanezcan los excrementos en balcones y barandillas, menos atractivo resultará el lugar para que las aves vuelvan a instalarse.
¿Y si la plaga supera a un solo vecino?
Hay situaciones en las que las medidas individuales se quedan cortas:
- Azoteas donde se concentran decenas de palomas.
- Fachadas con varios puntos de anidación.
- Bloques completos con problemas de suciedad y olores.
En estos casos, la solución pasa por:
- Coordinarse con la comunidad de propietarios para tener una estrategia común.
- Informar al ayuntamiento, que suele disponer de servicios o protocolos de control de poblaciones de aves.
- Recurrir a empresas homologadas, capaces de instalar sistemas de disuasión permanentes y respetuosos con el bienestar animal.
Actuar edificio por edificio y piso por piso, sin una visión de conjunto, suele conducir a resultados pobres.
Convivir sin resignarse
Las palomas forman parte del paisaje urbano, pero eso no significa que los balcones y terrazas deban convertirse en su refugio permanente.
La experiencia de técnicos y comunidades que han conseguido reducir su presencia demuestra que:
- Dejar de ofrecer comida.
- Proteger posibles nidos.
- Hacer incómodas las zonas de posado.
- Mantener una limpieza constante.
son pasos suficientes, en muchos casos, para que las aves se desplacen a otros lugares sin necesidad de recurrir a métodos dañinos.
La clave, en un contexto de protección animal cada vez más exigente, es clara: tolerancia cero con la suciedad y las molestias, pero también tolerancia cero con la crueldad. Con ese equilibrio, es posible recuperar el balcón sin salirse de la ley.




