En diversas sociedades, la tendencia de tener perros se ha intensificado al punto de superar el número de niños, reflejando un cambio en la percepción de los caninos como «perrhijos» y miembros de la familia. Factores como la caída de la natalidad, urbanización y el encarecimiento de vida han impulsado esta transformación, donde los perros ofrecen compañía y apoyo emocional. Este fenómeno ha modificado las estructuras familiares tradicionales, fomentando las «familias multiespecie» y promovido un cambio en las legislaciones para proteger los vínculos con los animales. Aunque la industria de mascotas prospera, expertos advierten sobre el riesgo de reemplazar la complejidad de los vínculos humanos con el apego a los animales, sin garantizar mejoras en la salud mental.
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