En febrero de 2013, el crucero Carnival Triumph zarpó desde Galveston, Texas, con más de 4.000 personas a bordo, para lo que prometía ser un viaje de placer en el Golfo de México. Sin embargo, un incendio generó un fallo eléctrico que dejó al barco a la deriva durante cuatro días, convirtiendo la experiencia en una pesadilla. Las cocinas y baños dejaron de funcionar, llevando a los pasajeros a caminar sobre excrementos y usar bolsas de plástico para sus necesidades, lo que llevó a los medios a llamarlo el «crucero de la caca». El documental «Fiasco total: El crucero de la caca» en Netflix narra estos hechos y forma parte de una serie que documenta desastres reales, incluyendo otros como Woodstock 99. A pesar de la tragedia, el barco fue posteriormente remodelado y renombrado como Carnival Sunrise, y volvió a operar en 2019.
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