El sector de la automoción en Europa enfrenta un año desafiante debido a la disminución de las ventas y los cambios regulatorios. A pesar de un repunte temporal en las matriculaciones, la industria lucha contra la incertidumbre económica y la presión por adoptar vehículos eléctricos más rápidamente. Las empresas buscan equilibrar la inversión en nuevas tecnologías con la necesidad de mantener rentabilidad, mientras las políticas medioambientales estrictas obligan a una rápida adaptación. La situación se complica con la competencia de nuevos actores y la volatilidad del mercado global.
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