El envejecimiento de la población está dando lugar a un incremento en los casos de deterioro cognitivo, aumentando así la incidencia del Alzheimer, considerada la séptima causa de muerte en el mundo y un problema creciente de salud pública, según la Organización Mundial de la Salud. Una de cada tres personas mayores muere con Alzheimer o alguna forma de demencia, lo que impulsa a los investigadores a estudiar sus causas y desarrollar métodos de detección precoz. El riesgo de Alzheimer aumenta significativamente a partir de los 70 años, aunque puede presentarse de manera excepcional desde los 40 años. La detección temprana de sus síntomas y el avance en biomarcadores son cruciales para la intervención temprana. Investigaciones actuales buscan predecir la enfermedad incluso antes de que los síntomas sean visibles, con el fin de comenzar tratamientos que puedan mitigar su impacto. Sin embargo, la tasa de infradiagnóstico continúa siendo un desafío, limitando el tiempo de intervención efectiva y afectando la calidad de vida de pacientes y familiares.
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