En el día de hoy, el primer ministro de Taiwán, Cho Jung-tai, ha puesto fin a las especulaciones sobre un posible acuerdo entre Estados Unidos y Taiwan Semiconductor Manufacturing Company (TSMC) para convertir la empresa en una «fundición norteamericana». En declaraciones capturadas por diversos medios taiwaneses, Cho fue categórico al afirmar que TSMC «nunca será una empresa estadounidense», desmintiendo así los rumores sobre una eventual participación accionarial de EE. UU. en la compañía.
La controversia surgió tras informes que sugerían un posible pacto entre el entonces presidente Donald Trump y TSMC, lo que genera inquietud y cierto malestar en la población taiwanesa. El primer ministro subrayó que no existe ni existirá tal acuerdo, enfatizando que TSMC puede invertir en territorio estadounidense sin que ello implique perder su esencia taiwanesa.
Actualmente, TSMC ha confirmado compromisos de inversión en Estados Unidos valorados en 165 mil millones de dólares, destinados principalmente a la construcción de fábricas de semiconductores avanzadas en Arizona. No obstante, Cho aclaró que estas inversiones son de naturaleza económica y no modifican el control estratégico de la empresa, sobre el cual el Gobierno taiwanés no tiene injerencia.
Por su parte, Estados Unidos busca reducir su dependencia de Asia en el sector de semiconductores, y mediante el CHIPS Act, ha tratado de atraer fabricantes como TSMC a su suelo. A pesar de los esfuerzos, el control de la tecnología crítica de TSMC seguirá en Taiwán, un hecho subrayado por el primer ministro.
Este anuncio llega en un momento de tensiones geopolíticas entre China y EE. UU., donde Taiwán juega un papel crucial. TSMC es el mayor fabricante mundial de semiconductores por contrato y representa un activo estratégico para la economía taiwanesa y la cadena global de suministros tecnológicos.
En conclusión, la identidad de TSMC permanece firmemente anclada en Taiwán, a pesar de sus inversiones internacionales. Para Estados Unidos, el mensaje es claro: la autosuficiencia en semiconductores requiere no solo de inversión extranjera, sino también del fortalecimiento interno, con Intel como protagonista clave de esta estrategia.