Dos aviones de Conviasa partieron de El Paso, Texas, trasladando a los primeros venezolanos deportados bajo el mandato de Donald Trump, dos semanas después de una reunión entre Nicolás Maduro y Richard Grenell. La operación, envuelta en opacidad, sitúa a los deportados bajo sospecha de actividades delictivas, incluidas conexiones con el Tren de Aragua. Maduro, en respuesta a las deportaciones, ha exigido el levantamiento de sanciones, mientras reiteraba su compromiso de cooperar en temas de seguridad. Estados Unidos, guiado por una política antiinmigrante de Trump, asocia a los migrantes venezolanos con el crimen organizado, impactando programas como el TPS que protegía a 600,000 venezolanos. Mientras tanto, Venezuela y Estados Unidos parecen renovar una relación transaccional, logrando la liberación de seis estadounidenses y anticipando posibles acuerdos petroleros, aunque el reconocimiento internacional del liderazgo de Maduro sigue en disputa.
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