En un contexto de crecientes tensiones internacionales, España cuenta con mecanismos específicos para asegurar su defensa en caso de entrar en guerra. Aunque el servicio militar obligatorio fue abolido en 2001, el país cuenta con un ejército profesional de aproximadamente 120,000 efectivos. Además, el sistema de reservistas, regulado por la Ley de la Carrera Militar de 2007, se activa cuando las necesidades de defensa lo exigen. Los reservistas se dividen en tres grupos: los de especial disponibilidad, que son exmilitares y algunos civiles dispuestos a reincorporarse; los voluntarios, ciudadanos sin experiencia militar previa que se ofrecen para servir; y en circunstancias extremas, los reservistas obligatorios, jóvenes entre 19 y 25 años que podrían ser convocados al servicio. Aunque estos últimos pueden acogerse a la objeción de conciencia, la estructura de reservistas refuerza la capacidad de respuesta del país ante cualquier amenaza.
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