La escalada de violencia en Gaza y el Líbano continúa sin signos de mitigación, desafiando las expectativas de que la eliminación de líderes de Hamás y Hezbolá facilitaría un alto el fuego. A pesar de las capacidades de los servicios de inteligencia israelíes, las estructuras profundamente arraigadas de estos grupos muestran su resiliencia. Hamás, con más de 40 años operando en Gaza, ha demostrado una capacidad de regeneración interna que complica su desmantelamiento. En el Líbano, Hezbolá representa un «estado dentro del estado», ejerciendo un poder superior al del ejército libanés. La solución, según analistas, podría radicar en el fortalecimiento de un Líbano capaz de integrar o disolver la rama militar de Hezbolá. Sin embargo, con un gobierno israelí que aparenta no perseguir un horizonte de paz y la persistente influencia de Irán en la región, el conflicto parece destinado a perpetuarse, teñido de intereses internacionales que obstaculizan su resolución.
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