En sus cincuenta años de servicio en África, un sacerdote ha sido testigo de historias tanto de amor como de horror, como la aterradora tradición en Benín de sacrificar a los bebés que desarrollan primero los dientes superiores. Actualmente, en su misión en Níger, ha emprendido una iniciativa donde un centenar de niños invidentes aprende a ser autosuficiente mediante clases de braille, promoviendo así su autonomía y su capacidad para integrarse en la sociedad.
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