Internet, una herramienta omnipresente en la vida moderna, enfrenta un debate sobre su influencia democrática. Simona Levi, en su obra Digitalització Democràtica, resalta el potencial de un internet al servicio ciudadano, promoviendo la descentralización y un mayor control gubernamental. Por otro lado, Yuval Noah Harari expone el poder económico de las grandes tecnológicas, que recogen datos a nivel global sin compartir beneficios equitativamente. La crítica a los algoritmos y el contenido que promueven se extiende, con voces como Kyle Chayka alertando sobre su influencia en cultura y comportamientos sociales. Enfrentar estas tensiones requiere reimaginar la forma en que interactuamos con la tecnología, concibiéndola como un derecho fundamental y promoviendo cambios legislativos y educativos para una mayor transparencia y participación ciudadana.
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