América Latina enfrenta un creciente desafío frente al crimen organizado, intensificado por la impunidad y la corrupción arraigadas en la región. A pesar de contar con herramientas internacionales como la Convención de Palermo, la respuesta de los estados ha sido ineficaz, facilitando la expansión del narcotráfico y otras actividades delictivas. Casos como el de Ecuador ilustran un nuevo epicentro de violencia, mientras figuras como el presidente ecuatoriano Daniel Noboa abogan por respuestas regionales. En su análisis, The Economist sugiere debatir la legalización de drogas y resalta la importancia de contar con sistemas judiciales independientes como un elemento esencial para combatir el crimen organizado de manera efectiva.
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